sábado, 9 de abril de 2022

Malena Saito * En este bar donde paso todas mis horas y transpiro...

En este bar donde paso todas mis horas y transpiro
nadie me conoce
yo quisiera cocinarles una ofrenda, siempre ha sido la forma
de ofrecer mi cabeza
si la pudieran ver, es blanca como un pedazo de pan
de leche, pero no hay con qué
hacer
y una mujer sin cuchillo no puede mostrar
su corazón.



Malena Saito (1994)

viernes, 8 de abril de 2022

Mariano Blatt * Cuando todavía no había celular

Llamé a su casa y atendió la mamá y dijo “Hola”,
y dije: “Hola, ¿está Julián?”.
“No, Julián salió”.
Y al otro día volví a llamar y otra vez la mamá dijo “Hola”;
“Hola, ¿está Julián?”.
“No, Julián salió, ¿querés que le deje dicho algo?”.

Y el viernes a la tarde me puse un rompevientos
azul brillante
y caminé las cuadras entre mi casa
y la de él.
Y el día estaba frío, el viento era fuerte
y seco
y mi llavero hacía peso
en uno de los bolsillos.

Toqué el timbre y alguien miró desde una ventana;
no es que yo lo haya visto,
simplemente lo percibí.
Y después se escucharon unos pasos y la voz de Julián que gritaba
“voy yo”.
Y Julián abrió la puerta y tenía el pelo dorado
lacio
un flequillo que le tapaba un ojo
y el otro no.
Así se usaba, en esa época, cuando todavía no había celular.

A cada rato se tiraba viento
adelantando un poco el labio de abajo.
El viento iba para arriba y así se acomodaba
el pelo dorado;
pero era inútil
porque enseguida se le volvía a tapar el ojo.

Subimos a su cuarto
y escuchamos música
y él se sacó el pantalón de jogging
que tenía puesto
porque se iba a poner uno de jean.
Pero se demoró
y estuvo cerca de una hora
en slip.

Entonces sonó el teléfono
y Julián bajó corriendo a atender
porque la mamá había salido.

A veces nos tomábamos el 123 en Federico Lacroze
y pagábamos el boleto de los dos con una sola moneda.

Los asientos de atrás,
las pintadas en la pared del cementerio,
el Hospital Tornú.
Esos son los recuerdos
que tengo.

Si tenía con qué
Julián escribía “Villa Urquiza Manda”;
y si no, iba callado,
soplándose el flequillo dorado
una y otra vez.

La puerta de su placard,
los días de vacaciones que no teníamos nada que hacer
y él siempre se demoraba cuando se sacaba el jogging
y se tenía que poner el jean,
para quedarse más tiempo en slip.
Esos son los recuerdos
que tengo.

Un día llamé a su casa y atendió él.

Otro día, llamé a su casa y no atendió nadie.
Entonces, volvías a llamar, en seguida
a ver si a lo mejor era que no habían llegado a atender.
Pero si ya sonaba dos o tres veces más,
sabías que no
que no estaban,
porque tampoco es que pudieran tardar tanto en atender.

Después Julián se puso de novio.
A mí me pareció bien
pero me dio muchísimos muchísimos celos.

Entonces llamé a la casa de la novia, una tarde
y le dije si podía pasar a hablar con ella.

Qué buena que era María.

Y ella me dijo que en realidad se daba cuenta
de que Julián gustaba de mí.
Entonces llamé a la casa de Julián
pero atendió la mamá y dijo “Hola”;
“Hola, ¿está Julián?”.
“No, Julián salió. ¿Querés que le deje dicho algo?”.

Y a veces yo volvía a mi casa y al lado del teléfono había un papelito que decía
“Te llamó Julián”.

Esos son más o menos los recuerdos que tengo
y los escribo acá porque que yo sepa
la poesía, lo que se dice la poesía,
sólo es posible cuando te falta algo
o cuando algo se te está por escapar.
 
 
 
(Mariano Blatt, 1983)

jueves, 7 de abril de 2022

Ingrid Cold * Tengo tu número de teléfono...

tengo tu número de teléfono
escrito en un papel suelto
por las dudas
por si te pierdo
por si me pierdo
por si el mundo se termina
mañana

tengo ansiolíticos sin prescripción
que voy juntando de a poco
en una caja de lata que está a la vista
pero a nadie se le ocurriría tocar
aunque si lo hicieran no
sería de gran sorpresa
ni la primera vez

las sábanas sucias desde ya no recuerdo cuándo
con olor a sudor, saliva y lágrimas
pasan desapercibidas y estiradas
como si nada hubiera pasado
y ni hablar de lo que pueda llegar a pasar

las apariencias quizás engañen a los otros
pero no podés engañarte
a vos mismo.
 
 
 
(Ingrid Cold, 1987)

miércoles, 6 de abril de 2022

Diego Suárez * Tinieblas

el destartalado ventilador Tophouse
detuvo su marcha enclenque


otro apagón en Villa Crespo

con la luz de un encendedor
ilumino a un mosquito picando
la parte superior de mi entrepierna

prendo todas las velas
que encontré a tientas
en el último cajón

aunque en rigor no tenía planeado
más que tirarme en la cama
y pensar

el sudor estival
forma meandros en mi espalda
que detengo con una servilleta
de papel tissue

la luna llena llena la calle
los autos vuelan sin los semáforos
y sobre Corrientes aguarda el tren
 
un cartonero de San Miguel

los dos sacamos provecho
de estas tinieblas pasajeras:

sobre la cortina de la farmacia
él talla un “aguante el trueno verde”
mientras yo pispeo por la persiana
el contorno de mi vecina cuarentona

ninguno de los dos gozamos
de las ventajas del aire acondicionado
pero pagamos
los excesos del pelotudo
que pone splits hasta en el baño

igual, ahora nos reúne

a los villacrespenses
cierta desesperación
por volver a nuestro tiempo

al fin y al cabo

todos esperamos con fruición
por la cuadrilla de Edesur

mientras tanto me pregunto
si cuatro velas encendidas
no serán demasiadas
para este breve monoambiente


(Diego Suárez, 1981).

martes, 5 de abril de 2022

Tamara Tenenbaum * El poema

Hay cosas
que para hacerlas
poemas
solo hay que contarlas.
Mi papá se murió
el día
que fue a la AMIA
a hacer el trámite
para enterrar a su papá
(mi abuelo)
en el cementerio
de La Tablada.
Listo.
 
 
 
(Tamara Tenenbaum, 1989)

lunes, 4 de abril de 2022

Antto Pessola * El himen roto antes de tiempo...

El himen roto antes de tiempo
una pistola entre las piernas
siglos con una misma historia
de miedo, angustia
sangre y muerte.
mujeres muertas
mujeres muertas,
el himen roto antes de tiempo
sangre, odio, rabia,
coágulos
sangre, miedo, miedo...
nadie quiere tener el himen roto antes de tiempo
ni que sus hijas lloren lejos de casa suplicando piedad.
nadie quiere ser
un cadáver pudriéndose
bajo el sol de un verano,
en el Ceamse.
 
 
 
(Antto Pessola, 1993)

domingo, 3 de abril de 2022

Luciana Reif * La tarde que jugamos con mi prima a violarnos

Su pezón derecho contra mi pezón derecho,
su pezón izquierdo contra mi pezón izquierdo.
Los pechos planos como bizcochuelos sin levar
mirándose uno al otro
en la espesa calma de la infancia.
Su mano retorciendo
mi muñeca con la furia
con la que nuestras madres estrujaban la ropa
lavada a mano.
Cuando mamá entró y nos encontró,
me agarró y arrastró a esa intimidad
donde la reprobación tira del amor
como un desgarro.
Pensé en irme para siempre,
en abandonar la familia.
No pude decirle que eso que hacíamos
era amarnos como ellos nos habían enseñado.
Pequeños receptáculos del amor y del odio
que ellos se convidaban allá afuera,
en la árida estepa familiar
donde todo el año era invierno
y el cariño se racionaba
como el agua eléctrica
o la electricidad.
 
 
 
(Luciana Reif, 1990)


sábado, 2 de abril de 2022

Juan Dal Maso * Musashi

Me froté las manos y apoyé una en tu frente.
Estabas semiconsciente y te dormiste.
Con mi nula vocación de carcelero
até tus manos a los costados de la cama
con nudos intrascendentes.
Me fui con la vieja a tomar el 7
pensando en tu larga vida
y recordé aquello
de creer en Buda y las divinidades
pero no contar con ellos. 



(Juan Dal Maso, 1977)

viernes, 1 de abril de 2022

Olga Outside * Encuentro con el Diablo

La eminencia saluda sin bajar
la ventanilla del auto.
Tiene la sonrisa
y el ademán de una estrella
de los años cuarenta,
pocos minutos
de recuperada la libertad
y una acompañante cabizbaja
en quien reconozco a aquella
profesora carismática del secundario
que se hizo confidente,
me dio su teléfono y en una de esas
charlas me preguntó
con lenguaje más cuidado
si yo prefería el chori o la empanada.
Y pronto observó lo bueno
que sería ver a un psicólogo:
no a cualquiera, claro, a su primo,
la eminencia.
 
Hay bibliografía, la escribió él,
pero mi edición mental es aleatoria
y rescata una frase
de otro especialista en otro caso:
“Saben detectar vulnerabilidades”.
Como la eminencia también sabe
detectar el terreno propicio,
no cargo con la imagen
del culo abierto de Jorge C*rsi:
solo con el repelús que causa
la perpetua incertidumbre de por qué
alguien que usaba las palabras
“cariño y confianza”
me mandó a sabiendas
a la boca del león.
No.
No quiero metáforas:
nunca sabré por qué insistió tanto
para que yo fuera
a la casa del abusador.

 

(Olga Outside, 1980)