Canta, oh, muzza,
la gloria del que come parado.
Los que hablan y ríen
mientras en los vasos
tambalea la larga espuma de los días.
Pero...
¿qué son los días?
No lo sabemos.
¿Lo saben acaso esos hombres
enfundados en gorros y delantales blancos
que mueven sus palas
como una katana
creando un perfecto
arte marcial argentino?
¿Tendrá el alma humana
la forma de sus trabajos?
Fina.
Doble masa.
Al molde.
Pasada por la piedra.
Si me convocaran
para fundar una religión
yo hablaría de la multiplicación de las pizzas.
Una para el metalúrgico.
Para los que llegan de la oficina
en mangas de camisa.
Los que no pueden dormir,
como la calle Corrientes.
La garganta de fuego
del horno del pizzero
agiganta las sombras
de los ya comieron.
Refulge el neón donde dice
"Acá hay pizza".
¿Qué más podés decir?
Mejor
quedarse muzza.
(Fabián Casas, 1965)
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