En la Biblioteca Popular
para el Desarrollo Social
jugamos con Maxi a los ninjas y él
es el negro, porque el negro
es el bueno, y yo
soy el blanco, el color del malo.
En la mañana de invierno
el sol es un témpano
radiante y tibio que entra
por la puerta vidriada,
y tomamos de la luz la alegría,
la respiramos entre el rechinar
del mosaico y el pasar del colectivo,
hasta que vemos a una mujer
pedaleando una bici que lleva
un carrito enganchado
donde entre cartones juntados para la venta
viajan dos nenas –sus manitos asoman
a través del tejido–,
y avanzando se van por Marco Polo
desde el lado del río,
bajo el día espléndido.
para el Desarrollo Social
jugamos con Maxi a los ninjas y él
es el negro, porque el negro
es el bueno, y yo
soy el blanco, el color del malo.
En la mañana de invierno
el sol es un témpano
radiante y tibio que entra
por la puerta vidriada,
y tomamos de la luz la alegría,
la respiramos entre el rechinar
del mosaico y el pasar del colectivo,
hasta que vemos a una mujer
pedaleando una bici que lleva
un carrito enganchado
donde entre cartones juntados para la venta
viajan dos nenas –sus manitos asoman
a través del tejido–,
y avanzando se van por Marco Polo
desde el lado del río,
bajo el día espléndido.
(Leandro Llull, 1983)
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