subiendo por la rampa de la estación
te hago zoom
te escucho respirar.
Entonces me acuerdo de la terraza,
del color de tu cara
o de los ojos que se cruzan
tomando una taza de café.
Ahora estás en el andén
mirando y
jugando con tus pies
después con el cordón de la campera,
con el cierre de la mochila
y así
hasta que llega el tren,
y vos subís
y dejás solo en la estación
al sol,
que rozaba tu mano cuando la arrastrabas por la baranda de la escalera
que rozaba tu sien cuando dejabas de jugar y subías la cabeza
que rozaba tu boca
como la rozan
mis ojos
cuando no me mirás.
te hago zoom
te escucho respirar.
Entonces me acuerdo de la terraza,
del color de tu cara
o de los ojos que se cruzan
tomando una taza de café.
Ahora estás en el andén
mirando y
jugando con tus pies
después con el cordón de la campera,
con el cierre de la mochila
y así
hasta que llega el tren,
y vos subís
y dejás solo en la estación
al sol,
que rozaba tu mano cuando la arrastrabas por la baranda de la escalera
que rozaba tu sien cuando dejabas de jugar y subías la cabeza
que rozaba tu boca
como la rozan
mis ojos
cuando no me mirás.
(Nerina Durán, 1996)
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